miércoles, octubre 25, 2006

YA NO ESTÁS

Me ha costado darme cuenta de que no estabas. Han pasado casi cuatro meses y todavía no puedo creer que te hayas ido. Te echo de menos mucho más de lo que esperaba, tal vez porque te quiero mucho más de lo que yo creía. Lo que pasa es que a veces no te paras a pensar en estas cosas, en lo que sientes por determinadas personas. ¿Quién me iba a decir que te irías tan pronto? Es algo que uno no se plantea.

Miro a mi alrededor y todo me recuerda a ti. La calle a donde te iba a recoger con tu hijo cuando venías de trabajar, tu casa, tus fotos, y todavía me parece que vas a entrar por la puerta en cualquier momento. Te siento todavía. O tal vez sea la necesidad que tengo de que estés aquí.

Hasta el cenicero que sacaba cuando tú venías a casa me recuerda a ti. El restaurante donde tanto te gustaba ir a cenar, el bar donde nos invitabas siempre a tomar algo, nuestro deseo común de convencer a tu hijo para que te diera un nieto. No puedo evitar que el corazón me dé un vuelco cada vez que veo a uno de tus compañeros de trabajo. Todavía te busco entre ellos. Pero nunca te veo.
Todo esto me está haciendo ver que realmente te has ido. Y me duele, me duele mucho. Tanto que el otro día fui a visitar tu tumba y cuando llegué y vi tu foto rompí a llorar como hacía tiempo que no lloraba. No había ido desde tu entierro, y me di cuenta de que en todo este tiempo no había acabado de asimilar lo que había pasado. Ha sido como una película que ha pasado ante mis ojos y que esperaba que fuera eso: una película, una pesadilla de la que tardaba en despertar. Pero no, ha sido todo verdad, todo ha pasado. Creo que tuve la necesidad de ir al cementerio porque todavía sentía ese “si no lo veo no lo creo”, y tuve que “
verte” ahí para darme cuenta de que no estabas de viaje, de que simplemente ya no estás.

martes, octubre 24, 2006

EN HONOR A XAVI

Mi amigo blogista Xavi (para el que no le haya leído nunca, puede acceder a su blog desde mis links) preguntaba el otro día cómo nos sentaba el tema del frío. En mi comentario le dije que le contestaría con un post y aquí está.

Para mí el tema del frío es toda una odisea. Necesito cuarenta mangas para no sentir frío, porque encima el frío de Barcelona trae consigo una humedad que te cala hasta los huesos. Pero por supuesto, la peor época del año es esta: el otoño. Nunca sé qué ponerme.

Para empezar mis pies tienen vida propia y sienten el frío mucho antes que el resto del cuerpo. Se me quedan helados, así que tengo que ponerme el zapato cerrado antes de tiempo, aunque vaya vestida de verano todavía. Para cuando el frío llega, de manera prematura, por supuesto, al resto del cuerpo, en los pies me tengo que poner las botas, y se me siguen quedando helados, no vayáis a pensar que el problema se soluciona.

Mis pies a principios o mediados de Octubre, entran en un estado de congelamiento y adoptan incluso un color liláceo que dura hasta bien entrada la primavera, cuando tengo justamente el problema contrario, mis pies se calientan antes que el resto del cuerpo, por lo que tengo que ir vestida de manga larga, pero con los pies descubiertos, que es peor todavía.

Para mí lo peor del año es el invierno. Odio el frío. Cuando te metes en la ducha por la mañana… es horrible. Cuando sales a la calle y empiezas a tiritar… Porque a mí me da igual llevar una camiseta interior de tirantes, otra de manga larga de esas térmicas, un jersey de cuello alto le licra y el jersey gordo de lana, yo sigo teniendo frío. Sí, aunque lleve puesto también el abrigo.

En la oficina tengo una chaqueta de lana para ponérmela tipo bata y tengo que poner la calefacción porque hace un frío que pela. Los demás no hacen más que incordiarme porque dicen que la pongo muy fuerte y que se resfrían por mi culpa.

Los días de lluvia lo paso fatal, así que, ya que la lluvia es tan necesaria y soy consciente de ello, quiero que llueva, pero en fin de semana que me puedo quedar en casita, en pijama sentada o tumbada en el sofá viendo una peli y con una fuente enorme llena de palomitas. Esta es la definición de fin de semana ideal de invierno. Por eso me gusta tanto el verano.

Y volviendo a esta época del año, os diré que cada día cuando me tengo que vestir lío la de San Quintín con el armario, porque me da la sensación de que nunca tiene dentro lo que yo necesito. Y eso de tener que tomar todos los días una decisión tan importante… porque seamos realistas, una vez sales de casa te tienes que aguantar con lo que llevas puesto todo el día. Yo nunca acierto, así que los días de calor me paso todo el día de manga larga y los días de frío en tirantes pelada de frío.

Xavi, no sabes lo afortunado que eres por no sentir el frío, así que no te lo tomes como algo malo, inusual sí, pero muy bueno, porque no sufres las inclemencias del mal tiempo. Me das una envidia… ¡sana, eh!

viernes, octubre 20, 2006

CUANDO MENOS TE LO ESPERAS…

… llega el amor. Pero, ¿quién te dice que ese amor es verdadero? Cada uno sabe lo que siente, pero no tenemos manera de saber si el amor de la otra persona es verdadero o no, por lo menos no al principio. Supongo que todos sabéis que soy una fiel seguidora de Gran Hermano. No quiero dar una clase de moralidad ni nada de eso, pero este año está pasando algo que me indigna sobre manera, como mujer y como hermana, amiga, madre (aunque todavía no lo sea), etc.

Si a alguien de mi familia le pasara eso… yo creo que no respondería, me liaría a tortazos. Sí, me refiero al payaso de turno, que no tiene otra cosa que hacer que jugar con los sentimientos de una de sus compañeras.

Encima la madre de la chica tiene que aguantar que en la tele, y sin tener posibilidad de callar la boca a la persona que lo dijo, le digan que su hija es ligerita. Yo todavía me echo las manos a la cabeza cada vez que escucho cosas de estas. En resumidas cuentas, yo entiendo que él no lo está haciendo mal, sino que ella tiene la culpa por ser ligerita.

Me hizo gracia la presentadora que no pudo aguantarse y dijo que nadie le dice nunca a un hombre que es ligerito. Me reí mucho, porque creo que tiene una manera de pensar bastante parecida a la mía. Es cierto, nadie le dice nunca a un hombre ligerito. Ni siquiera en este caso nadie le dice que es un impresentable (por decir un calificativo que no sea malsonante, aunque me muera de las ganas de llamarle cabrón e hijo de puta, aunque su madre no tenga culpa… o sí). Vamos a ver, ¡¡¡que se está riendo de ella!!!

Y encima de todo es tonto el pobre, porque no cae en la cuenta de que la gente de fuera lo ve todo, o por lo menos todo lo importante, y decir que lo único que quiere sacar de esa relación es dinero… considero que la dirección del programa lo considera bastante importante, al igual que la audiencia.

Pero a la conclusión que yo llego es: ¿Realmente todo vale? Echaron a un concursante por agresivo (aunque no le pegara a nadie) y por sus ideales que no son los que al programa le parecieron correctos (aunque no sean nadie para juzgarle), y no echan al tío este que está engañando y manipulando descarada y cruelmente a una chica, cuyo mayor error ha sido ser ligerita. Muy bien, me parece perfecto.

¿Cuán es la definición de la palabra ligerita? ¿Dícese de una mujer promiscua? Y, ¿cuál es el problema? Los hombres llevan desde el principio de su historia siendo “ligeritos” y nadie les ha dicho nunca nada, ha sido correcto y han tenido derecho simplemente por ser hombres. Ahora bien, para que un hombre sea ligerito ha de tener a una mujer que lo sea o una prostituta, ¿no?

Yo creo que nos podíamos dejar ya de tonterías y reconocer el sexo como algo normal y además necesario para el ser humano. Lo único que tenemos que hacer es educar a nuestros hijos de manera que cuando les llegue el momento de “activarse” sexualmente, tengan sus relaciones con el máximo de sensatez y seguridad. No me parece mal que un hombre o una mujer indistintamente se acueste con todo el que le apetezca, siempre y cuando lo haga bien. El mundo sería mejor si realmente hiciéramos el amor y no la guerra. Sí, yo también soy ligerita, ¿y qué?

miércoles, octubre 18, 2006

¿QUIÉN SOY YO?

Hace ya mucho tiempo que reivindico la idea de no preocuparse de algo que no ha pasado y que no tiene por qué pasar. Pero a veces yo misma, desde mi optimismo, no puedo evitar pensar en lo que pueda pasar, simplemente para evitar problemas. Lo último que quiero es tener problemas, pero por querer evitar, como decía, lo que no ha pasado y no tiene por qué pasar, en vez de evitarlos me los creo yo solita.

Creo que tengo que aprender a pasar un poco más de todo y de todos. No soy una buena persona, soy una persona normal, que se preocupa de los suyos y nada más. No hago a los demás lo que no me gustaría que me hicieran a mí, pero cuando eso sucede me duele sobremanera. La explicación creo que ahora es bastante sencilla para mí. Esa frase es muy bonita, sí, pero es falsa. La frase real sería: “no hago a los demás lo que no me gusta que me hagan a mí para que los demás no me lo hagan”. Sí, simple y llanamente, lo que queremos es que las personas que nos importan (porque los que no nos importan nos dan igual en estos casos) se porten bien con nosotros. Y a veces creemos que nos hieren intencionadamente y no es así, simplemente que cada uno tiene su punto de vista y cree que algo no está mal y lo hace sin pensar en que puede hacer daño, porque no le parece mal.

La cuestión ahora es cómo me tomo yo todo esto. Pues antes me lo tomaba como un ataque personal fuera de quien fuera. Ahora creo que estoy aprendiendo a entender a las personas que me rodean, a aceptarlas tal y como son. Creo que he intentado cambiar a varias personas de mi entorno porque había cosas que hacían o decían que no me parecían bien. Y, ¿quién soy yo para cambiar a nadie? Ahora me doy cuenta de que tan analítica como pensaba que era y no analizo una mierda, con perdón. Sólo analizo lo que me interesa y como me interesa. No soy objetiva, y creo que este ha sido un fuerte obstáculo en mis relaciones personales.
Me he comportado como una niña malcriada con gente que me importa mucho. Ya me he disculpado, que era lo más fácil, pero ahora queda lo más difícil: conseguir que vuelvan a creer en mí, porque esta vez sí que la he cagado, pero bien.

martes, octubre 10, 2006

COMO DECÍA CAMILO SESTO... SIEMPRE SE REPITE LA MISMA HISTORIA

Se repite una historia de mi vida que no me gusta. Y lo mejor de todo es que yo no he hecho nada. Cuando era pequeña me enfadaba con mi tía porque siempre me comparaba con su hijo, mi primo. Yo era una niña más o menos responsable, a la que le gustaba estudiar, sacaba buenas notas y me portaba bien… bueno, a partir de los seis años, antes era una buena pieza.

Mi primo y yo íbamos a la misma clase. Él era todo lo contrario, vago, no le gustaba estudiar, en consecuencia suspendía todo menos gimnasia, se portaba mal en clase… en fin, lo típico.

Mi tía no es como muchas de las madres de ahora. Ella sabía cómo era su hijo, pero hacía una cosa mal, a mi juicio, claro. Siempre le comparaba conmigo: “Mira tu prima que se porta bien, que saca buenas notas, ¿por qué no puedes ser como ella?” Sencillo. Cada uno es como es. Hoy en día mi primo es una persona maravillosa, igual que de pequeño, aunque fuera un terremoto, siempre ha tenido muy buen fondo. Es un hombre al que le gusta trabajar, salir, estar con la familia… una persona normal.

A mí no me gustaba que mi tía hiciera eso porque él se enfadaba conmigo. Yo no tenía la culpa, pero como tantas veces ocurre, siempre paga el que menos culpa tiene. En fin, aquello pasó y mi primo y yo nos llevamos muy bien.

Pues otra vez, sin comerlo ni beberlo, hay alguien que se enfada conmigo por eso. ¿Os acordáis de la pareja de hace un par de post? Pues, como decía, no están nada bien, y parece que a él le gusta como trato yo a mi niño. No sé qué tengo de especial, porque yo no hago nada fuera de lo común, ni mi niño me toma el pelo, ni hace conmigo lo que quiere, no sé, somos una pareja normal, que también tiene sus problemas aunque no los aireemos.

El caso es que este chico le dice a su novia: “Es que mira Olimpia, le deja a su niño hacer esto o lo otro, o no le importa que se compre no se qué…” Cosas así. A ver, yo no tengo que dejar que mi marido haga algo, soy su mujer no su madre. Él tiene aficiones que a mí no me gustan, pero eso no significa que él no las pueda hacer, igual pasa conmigo y él no tiene por qué prohibirme nada.

Ella sí lo hace y él se siente atrapado. Que yo digo que más tonto es él por dejarse atar de esa manera y dejar que ella decida lo que él puede o no puede hacer. Pero claro, si ella de dice a algo que no, él le suelta que yo sí dejo que mi niño lo haga. Y aquí viene mi problema, que ella se ha enfadado conmigo.

Sé que no tengo la culpa y que no he de cambiar mi forma de ser, pero no me gusta que salga mi nombre, cuando yo no tengo nada que ver, en una discusión y menos si es de pareja.

miércoles, octubre 04, 2006

DESAPARECER

Necesito unas vacaciones. Pero unas vacaciones de todo, del trabajo, de la familia, de los amigos, de la casa, de todo. Me encantaría volver a Cancún, donde todo es precioso y nadie tiene prisa.

Cuando decidimos nuestro viaje de luna de miel no nos queríamos ir muy lejos, nos queríamos quedar en España, porque siempre hemos dicho que hay muchas cosas bonitas para ver, y es verdad, lo que pasa es que un viaje por aquí siempre lo tienes más a mano. Irte a Cancún es caro, pero nada es caro cuando se trata de tu viaje de novios, así que decidimos ir allí a pesar de las interminables diez horas de avión, porque pensamos que tal vez no se nos volvería a presentar la oportunidad.

Un día hablando con mi psicólogo le conté un viaje que hice con mi familia cuando yo tenía doce años. Después de describirle el viaje, lo que habíamos hecho y de decirle que me encantaría volver a aquel momento, me dijo que ese viaje era mi paraíso infantil. Ahora me gustaría volver a mi viaje de novios, que creo que es mi paraíso adulto, ¡si se me puede llamar adulta, claro!

Allí el teléfono es carísimo. Así que pasamos nueve días sin saber casi nada de nuestra patria. ¡¡¡Nueve días!!! ¿Os podéis imaginar lo que es eso? Si te vas un fin de semana no hacen más que llamarte para ver qué haces. Aunque tú no llames, estás localizable. Allí no, y es maravilloso. Desconectamos por completo de todo, no hablamos de nada que no fueran nuestros planes de futuro y de los de las otras parejas que conocimos allí. Nos íbamos de la piscina a comer y del restaurante a la piscina. El día que tocaba excursión también acabábamos en la piscina de noche. Y al final de día un baño de burbujas en el jacuzzi gigante que teníamos en nuestra habitación. Sin pensar en nada, sin preocuparnos de nada. Sin móvil y sin reloj. Cuando vuelves parece que llevas allí diez años, yo incluso rompí a llorar cuando despegó el avión. Fue como si dejara allí a una parte de mi familia a la que no volveré a ver. Pero lo mejor es esa sensación de que todo va bien, de que no tienes problemas, de que no había nadie más que mi niño y yo.

Puedo parecer egoísta, pero realmente, ¿a quién no le apetece desaparecer de vez en cuando?